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 Los Swingers marcaron una época en Piriápolis. ¿Cómo fue la experiencia del Festival Costa a Costa? Hacíamos temporada en el Pabellón de las Rosas, patrocinados por el Hotel Argentino. El festival era transmitido por Canal 4 desde un ómnibus móvil, que era lo más moderno que existía. Teníamos un público fiel, una barra que nos seguía en todas.

Pero poco antes del primer festival ocurrió una tragedia…

Sí. Había fallecido nuestro cantante, el Flaco Pérez. Entonces me tocó cantar a mí. Fue muy fuerte. Aun así ganamos el primer premio. Las fotos de ese día nos muestran de traje, rodeados de público. Fue un espaldarazo enorme en un país tan centralista.

¿Volvieron al año siguiente?

Sí, y surgió la oportunidad de presentar un tema propio. Un empresario nos dio una letra de Cote Saravia y preguntó si alguien podía ponerle música. Todos me miraron. En dos horas compuse la música en el hotel. Ensayamos y ganamos otra vez el primer premio.

Después de eso se instalaron en Buenos Aires. ¿Qué pasó allí?

Grabamos un disco doble para CBS Columbia como carta de presentación, pero nunca lo editaron. Mientras tanto tocábamos en el Gran Buenos Aires, en confiterías y locales. Vivíamos de eso. Algunos amigos salteños nos ayudaban a cargar los equipos.

Cuando el proyecto discográfico no avanzó, el grupo volvió a Salto, pero tu te quedaste

Sí. Yo tocaba bien, pero no sabía música formal. Era intuitivo. Y entendí que si quería una carrera profesional necesitaba estudiar. Fue muy duro: era como volver al inicio, como un principiante. Ese fue mi mayor mérito.

¿Dónde estudiaste?

Con varios profesores, pero el primero fue un guitarrista del trío Los Santos. Años después fundamos juntos una escuela de guitarra en un barrio prestigioso de Buenos Aires.

Pasemos a tu otra gran pasión: la aviación. ¿Cómo empezó?

Desde niño soñaba con volar. Pero vengo de un hogar humilde, sin recursos. En la época del auge del folclore en Salto, Cícero Medina —rematador y piloto— me admiraba. Le conté que quería volar y me bautizó en un avión. Me dijo que si quería hacer el curso, él me salía de garantía.

¿Cómo lograste financiarlo?

Conseguí un crédito estudiantil de 1.500 pesos, con la firma de mis padres que tenían miedo por los riesgos. Estudiaba aviación, iba al liceo nocturno y daba clases de guitarra para pagar el préstamo. Comencé a los 17 y a los 18 ya era piloto.

¿Seguiste volando después?

Sí. En Europa retomé el vuelo. Practiqué aeromodelismo y luego hice la revalidación uruguaya. En Francia volé casi 20 años. Aún tengo la licencia vigente, aunque por cuestiones familiares lo he dejado un poco.

¿Cómo recuerdas tus giras europeas?

Con Mercedes Sosa recorrimos Francia, España, Alemania, los países nórdicos… La música latinoamericana era muy valorada. Fue un aprendizaje enorme. Vivíamos casi como familia entre Madrid y París. Las giras eran largas e intensas.

También recibiste reconocimientos importantes

Sí, de universidades y centros culturales europeos que valoraron mi trabajo como intérprete, arreglador y compositor. Son cosas que guardo con mucho cariño.

¿En qué estás trabajando hoy?

Formé un dúo artístico con el que grabé piezas nuevas que están en Spotify y YouTube. Sigo componiendo, arreglando, explorando. Mientras tenga una guitarra y música, sigo vivo.



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