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Juan José Sant’Anna, un ex sacerdote uruguayo acusado de violar a 30 menores en Bolivia, vive desde hace 17 años en nuestra ciudad. Pese a que la Justicia de ese país lo reclama desde 2007 y que Interpol emitió un pedido de localización, Sant’Anna nunca fue detenido. Reside en una humilde vivienda del barrio Palomar, donde lleva una vida recluida y casi invisible. El caso, años atrás tratado en medios locales, tomó nuevamente vigencia, por una investigación del diario El País de Montevideo, que reconstruyó cómo este ex religioso, expulsado por la Iglesia Católica tras las denuncias, logró permanecer oculto a la vista de todos durante casi dos décadas, sin que la Justicia uruguaya ni boliviana concretaran su extradición.

Responsable de un internado en Tapacarí

En Bolivia, Sant’Anna dirigía un internado en la localidad de Tapacarí. Allí, según múltiples testimonios, abusó sexualmente de treinta niños bajo su cuidado. Tras estallar el escándalo, huyó hacia Uruguay y se refugió en su ciudad natal. La gravedad de los delitos y la posterior inacción judicial lo convirtieron en un símbolo de impunidad cada vez que se conocía un nuevo caso de abusos por parte de religiosos en ese país. Durante estos años, Sant’Anna intentó pasar inadvertido. Sus vecinos casi no lo ven. Se encierra la mayor parte del día y solo sale a caminar brevemente al caer la tarde. En una ciudad pequeña como Salto, donde las personas suelen conocerse entre sí, muy pocos sabían de su identidad o de su pasado. Incluso el propio párroco de la Catedral , José García, asegura no conocerlo personalmente. Según reveló El País, en su momento la Jefatura de Policía de Salto recibió un pedido de Interpol para vigilar al ex sacerdote mientras se tramitaba su extradición. Sin embargo, esa medida nunca se ejecutó. Con el tiempo, el caso quedó en el olvido y Sant’Anna continuó viviendo en el mismo lugar. En 2023, el periodista boliviano Erick Ortega viajó a Uruguay para buscar respuestas. Logró ubicarlo sin dificultades y, para su sorpresa, Sant’Anna accedió a hablar. En la entrevista, el exreligioso se declaró “recontra arrepentido” y dijo “Yo me pregunto qué me pasó para terminar así, para desbarrancarme de esa manera”, confesó. También afirmó que desde aquellos hechos “dejó de vivir”. La situación judicial no cambió. Sant’Anna sigue prófugo para Bolivia y libre en Uruguay, protegido por un limbo legal que durante 17 años le permitió evitar a la Justicia. 

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