
El inevitable final llegó /
Falleció ayer José “Pepe” Mujica
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Por Jose Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy

La muerte de José “Pepe” Mujica marca el final de una era en Uruguay y en la izquierda latinoamericana. El expresidente uruguayo, símbolo de austeridad, compromiso social y pensamiento crítico, falleció tras enfrentar durante años diversos problemas de salud. Hasta el último momento, mantuvo su integridad y su claridad de pensamiento, fiel a los ideales que lo acompañaron desde su juventud rebelde hasta su madurez reflexiva.
A Mujica se le debe reconocer su transformación de guerrillero a hombre político, sin abandonar nunca su esencia. En buena hora, optó por cambiar las armas por las palabras. Su mayor logró fue llegar al poder, a la presidencia del país, con la legitimidad del voto ciudadano entre 2010 y 2015.
Quiso cambiar el mundo
Por sus propias palabras, Mujica se definía como parte de una generación que “quiso cambiar el mundo” y que, aunque fue “aplastada, derrotada, pulverizada”, nunca abandonó la esperanza. “Sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”, solía repetir. Esa frase resume su trayectoria vital: la de alguien que aprendió a negociar sin renunciar, a transitar el poder sin dejarse seducir por él. Renunció a la mayor parte de su sueldo presidencial y vivía con lo justo, lo que le valió admiración dentro y fuera del país. Para muchos, representó un ejemplo ético en tiempos de creciente desconfianza hacia la clase política.
"...No paro hasta que me lleven al cajón..."
En los últimos años, habló sin rodeos sobre la muerte. “Estoy cansado, pero esto no para hasta el día que me lleven en un cajón”, decía con la mezcla de crudeza y ternura que lo caracterizaba. Ese día, finalmente, llegó. Pero su legado trasciende lo físico.
“El odio termina estupidizando"
Mujica también insistía en no cultivar el odio: “El odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad ante las cosas… el amor es creador, y el odio nos destruye”. Su mensaje, más vigente que nunca, invita a una política basada en el entendimiento, la empatía y la humildad. Esperemos que sus seguidores, adopten y practiquen esa filosofía , entendiendo que la democracia, aún con sus imperfecciones, es lo deseable y realmente importante para el país y su gente. Por lo que más que conspirar, hay que cuidarla y respetarla.
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