
Personajes entrañables /
¡Claro que me acuerdo de Lucas!
-
Por Mario Kroeff Devincenzi
/
mkroeff@laprensa.com.uy

Prácticamente toda mi vida mi domicilio fue (y es todavía) en un apartamento del Edificio Castagno, entre Viera e Invernizzi. Por ende, en mi niñez y adolescencia me críe y jugué en la Plaza Artigas. Anduve en bicicleta, jugaba a la pelota, manejaba un jeep de lata. El predio de la Plaza había personajes amigables y queribles, mi abuela -Nicolina Nobre- que pasaba las tardes sentada con sus hermanas, el plazero, el lustrador de zapatos en la parada del taxi sobre la terminal de ONDA y Don Lucas el fotógrafo.
Cuando el columnista Jorge Pignataro hizo una semblanza en este Diario de Omar Lucas me vino a la memoria los recuerdos de aquel hombre. Vi su foto y me conmovió, parecía que fue ayer. Su postura, siempre de pie y listo a los potenciales clientes, con una piedrita en la mano, que me decía que hacia años que la frotaba y por eso su tamaño y forma (un bolazo que solo yo creía con admiración y devoción) junto a su extraña máquina, por lo menos para mi en aquellos tiempos. Un trípode, una caja de madera y un paño que cubría la entrada por un orificio, para poner la cabeza primero y sacar la foto y proceder posteriormente a su revelado, todo en la oscuridad de la caja. Y el milagro eran estupendas fotos en blanco y negro para novios, padres, niños y turistas que pasaban por la plaza y se llevaban los recuerdos fotografiados por Don Lucas. Era todo un ritual la sacada de la foto propiamente y el proceso de revelado, hasta que en unos minutos llegaba a las manos de los clientes en perfectas condiciones.
Un personaje adorable. Nos cuidada a todos, los niños de calle Uruguay. Estaba al tanto de todo, podía avisar o llamas a nuestros padres por si pasaba alguna cosa. Siempre con un cuento o comentario para nosotros. Yo lo veía a Lucas en los alrededores del monumento al Gral. Artigas, nunca me lo cruce por la calle, ni sabía donde vivía, ni si estaba casado o tenía familia. Mi relación con el era solo en el ámbito de la plaza. Pasaron los años y lo veía esporádicamente. Al final me fui a Montevideo a estudiar y deje de verlo. Un día regresé de vacaciones y me enteré que Lucas había muerto. Primero se jubiló y luego falleció. Claro que lamenté la noticia, pero eran las cosas de la vida.
En ese momento me enteré de dos cosas de Don Lucas que me sorprendieron. Una era que Lucas era un cuadro importante del Partido Comunista de Salto. No podía creer cuando el Partido informó en comunicado el sentido deceso del compañero Lucas, un importante y calificado miembro del partido. Mira vos, ¿que tal? No tenia idea, nunca lo dijo, nadie me comentó nunca esa situación. Hay otros comunistas que no toman ni coca-cola ni charlan y mucho menos cuidan a niños de familias de la burguesía.
La segunda cosa extraña (por lo menos para mi) fue que Lucas era un experto afamado en el cuidado de Gallos de Riña. Criaba y cuidaba estos animales, en una actividad prohibida pero practicada con discreción y complicidad de las autoridades. Tenía gallos de importantes jugadores de Salto, era una afición que congregaba a hombres acaudalados de sociedad. Otro aspecto insospechado del gran comunista, como si me dijera que Lucas tenía un Haras de Caballos para competir en el Deporte de los Reyes. Mirá vos... Don Lucas fotógrafo, criador de gallos de riña y comunista.
Lucas era espectacular, lo queríamos todos y el a nosotros, se veía a la legua. Es un recuerdo imborrable de nuestras vidas.
Comentarios potenciados por CComment