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Docentes y familias exigen equidad sanitaria y pedagógica. Esas son las dos cuestiones que están sobre la mesa. En medio de un aumento sostenido de enfermedades respiratorias en niños y docentes, crece la polémica por el receso de invierno en Educación Primaria. Mientras Secundaria y Terciaria tienen dos semanas de vacaciones invernales (30/6 al 11/7), el calendario oficial de Primaria mantiene una sola semana (30/6 al 4/7), lo que ha generado una ola de reclamos desde las bases docentes y familias de estudiantes.

“No es un capricho, es una necesidad urgente”, sostienen desde diversos colectivos de maestros. Alegan que las condiciones sanitarias durante el invierno son cada vez más críticas, con niños que llegan a clase enfermos, docentes agotados y aulas con alta circulación viral. Desde este sector se reclama el restablecimiento de la segunda semana de vacaciones de invierno que había existido en el pasado y fue suprimida sin mayores explicaciones.

¿Una semana es suficiente?

Los argumentos a favor de extender el receso se apoyan también en evidencia científica. En 2023, Uruguay adelantó el inicio de las vacaciones invernales y observó una reducción inmediata del 45% en las consultas pediátricas por infecciones respiratorias en el Hospital Pereira Rossell. Este año, con una sola semana prevista, ya se han reportado más de 7.800 estudiantes y 1.000 docentes ausentes por enfermedades respiratorias antes del inicio del receso.

Además, los virus más comunes en invierno —como Influenza, VRS y Rinovirus— tienen ciclos de contagio de entre 3 y 7 días, lo que hace que una sola semana no sea suficiente para cortar las cadenas de transmisión en ambientes escolares. Dos semanas permitirían interrumpir con mayor efectividad el ciclo viral.

Modelos regionales y descompresión sanitaria

Argentina y Chile, países con condiciones climáticas similares, establecieron desde hace años un receso invernal de dos semanas justamente por razones sanitarias. Esta decisión ha demostrado ser beneficiosa no solo para la salud de los escolares, sino también para el sistema de salud pública, que reduce la saturación en emergencias pediátricas.

En este sentido, los profesionales médicos también han señalado que el receso de una semana puede ser apenas un “parche” que no alcanza a generar un alivio sostenido en los hospitales. En cambio, dos semanas ofrecen tiempo para la recuperación de los cuadros respiratorios más frecuentes y evitan colapsos en la atención de emergencias.

Posturas en contra: ¿la escuela como refugio?

Desde algunos sectores oficiales se argumenta que extender las vacaciones no es justificable en ausencia de una emergencia sanitaria formal. Además, sostienen que la escuela representa un entorno cuidado para muchos niños, especialmente en contextos vulnerables, y que cada día de clase cuenta para revertir el rezago educativo acumulado durante la pandemia.

El CODICEN aprobó por unanimidad el calendario con una sola semana de receso, defendiendo el objetivo de aumentar los días de clase y consolidar aprendizajes. También se señala que cualquier cambio implicaría una alteración de la planificación anual y comprometería metas pedagógicas.

El debate de fondo: educación con salud y dignidad

Para los docentes y familias que impulsan la iniciativa, sin embargo, la discusión no es solamente sanitaria ni pedagógica, sino profundamente humana. “No hay calidad educativa posible cuando nuestros gurises están enfermos en el aula, y nosotros también”, afirman.

Reclaman que se deje de “romantizar el sacrificio” y se escuche a quienes viven el día a día en las aulas. “No se cuida la escuela pública negando derechos. Se cuida luchando por tiempos reales para enseñar, para aprender, para sanar”, concluyen.

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