
Por la segunda “Orejona” /
Alejandro Irigoyen: “Universitario es mi segunda casa”
Alejandro Irigoyen el entrenador de Universitario, en este nuevo presente en un nuevo siglo, con logros a nivel del fútbol salteño en los últimos años y también su primera “Orejona” en el 2023. Es un hombre de la casa, que se calzaba los botines en 1982 hasta convertirse en el técnico que hoy lidera a la “U” en la final de la Copa Nacional de Clubes de OFI, buscando su segundo título. Con voz serena pero convencida, Irigoyen repasa su trayectoria, el esfuerzo colectivo, los desafíos de liderar un plantel con historia y el rol vital como Entrenador.
EL ARRANQUE EN LA “U”
“La historia mía con Universitario empieza por allá en el 82 o 83”, dice Alejandro con una mezcla de orgullo y nostalgia. “Llegué con 11 o 12 años y pasé por las inferiores, la primera, después volví como técnico. Siempre sentí que el club era mi segunda casa”. El paso de Irigoyen por el club es cíclico y natural, como quien regresa al hogar después de un largo viaje. En 2007-2008 dirigió a todas las divisiones, incluida la primera. Años después, tras un largo alejamiento del fútbol, volvió al ruedo en Saladero, donde logró el histórico ingreso del club a una liguilla en Primera División. Ese logro marcaría su retorno al club de sus amores.
RESPONSABILIDAD
La vuelta a Universitario no fue sencilla. El club ya no era el mismo: tenía títulos recientes, una “orejona” en su haber, y un plantel exigente. “Volví a un Universitario distinto, pero con la misma esencia”, destaca Irigoyen. “La dirigencia se fortaleció, el club se profesionalizó, pero seguimos siendo los mismos locos de siempre, con el mismo amor”.
Tomar la posta después de entrenadores exitosos, no era poca cosa. “La vara estaba altísima. Pero como buen hincha de la U, no me gustan las zonas de confort”.
Ese espíritu lo llevó a rearmar un equipo. “Tuvimos que adaptarnos, renovar, y darle nuestro toque. No era cuestión de mejorar, sino de sumar algo más a todo lo bueno que ya venía”.
LA CLAVE
Uno de los pilares del éxito de Irigoyen ha sido la construcción de un grupo fuerte y comprometido. “Tenemos un grupo de 34 jugadores, todos entrenan a tope. No hay titulares fijos. El fútbol cambió: hay que pensar en equipos largos, en rotaciones, en utilizar los cinco cambios”.
Junto a un cuerpo técnico reforzado este año por Fabián Sánchez y el profe Perini, Irigoyen logró que todos se sientan parte del proyecto. “Los que menos juegan también son fundamentales. Sin ellos no hay equipo sólido”.
El respaldo de la directiva también ha sido vital. “Son amigos, están siempre. Lo que necesita el jugador o el cuerpo técnico, siempre está. Eso te da tranquilidad”.
IDENTIDAD Y EVOLUCIÓN
Universitario no solo creció en títulos. También mejoró su infraestructura. Irigoyen recuerda con humor los tiempos del “barro blanco” en la antigua cancha. Hoy, el club entrena en césped sintético, con instalaciones de primer nivel. “El piso cambia el juego. Es más rápido, más técnico, aunque exige más al físico del jugador. Pero nos adaptamos”.
A pesar de que algunos rivales consideran que el sintético da ventaja, Irigoyen es claro: “Quizás al principio, pero después todos se adaptan. Nosotros ganamos de local y de visitante. Solo perdimos un partido este año, contra Nacional”.
PASO A PASO, SIN ATAJOS
Llegar a la final de OFI no fue casualidad. En el partido de ida igualó 2-2 contra Río Negro en San José, en un partido que ganaba cómodamente. ¿El viento fue factor? “Quizás, pero más que el viento fue el rival. Río Negro tiene jugadores muy experimentados, nos complicaron con dos cabezazos limpios”.
La final se vive con ansiedad y entusiasmo. “Estamos concentrados. El sábado nos juntamos todos, vamos al hotel Los Naranjos a preparar el partido. Queremos disfrutarlo, pero también ganarlo. Sabemos que no hay mañana”.
SIN PAUSA
Si logran alzar la segunda orejona, la historia no se detiene. El campeonato salteño empieza de inmediato, y también se asoma la Copa Uruguay. “Estar en Universitario implica eso: siempre hay compromisos por delante”, dice Alejandro.
Agradece el esfuerzo de los jugadores, muchos de los cuales entrenan luego de largas jornadas laborales. “El futbolista del interior merece ser valorado. Hace un esfuerzo enorme”.
SÍMBOLO DEL PRESENTE
Una parte esencial de esta historia la ocupa el hincha. “Universitario se acostumbró a ganar, pero la gente está siempre, incluso cuando no se gana”, reflexiona Irigoyen. “Este año se armó una barra joven con mucha energía. Contagian, empujan. Son parte del equipo”.
Y no faltó la mención al intendente Carlos Albizu, reconocido fanático del club. “Me dijo que viene invicto. ¡Así que tiene que estar el domingo!”.
¿Y DESPUÉS?
Aunque reconoce que el fútbol le quita tiempo a otras cosas de la vida, Alejandro no se arrepiente. “Me gusta, aunque a veces dejo muchas cosas de lado. Pero lo iré manejando”. A corto plazo, seguirá en Universitario. ¿Y si llama otro club o una selección? “No es mi prioridad. No ando buscando carrera como técnico. Estoy donde quiero estar”.
La familia es su pilar. “Mi esposa Angelina siempre apoya. Mis hijos vienen desde Montevideo a ver los partidos. Están cuando nadie más está”.
“VAMOS A DEJAR EL ALMA”
El mensaje final de Irigoyen es claro y sincero. “Los resultados no se pueden prometer. El esfuerzo, sí. Vamos a dejar el alma en la cancha, como siempre. Para poder mirar a la gente a los ojos con la cabeza en alto”. Alejandro Irigoyen nos recuerda que hay cosas que no figuran en ninguna planilla: el compromiso, la pasión, el sentido de pertenencia. Y, por encima de todo, el amor por un club.
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