Es inconcebible que 90% del presupuesto de la Intendencia de Salto este destinado al pago de sueldos y los costos fijos. Todo lo que los salteños pagamos está dirigido a la cuenta de los salarios municipales, y todavía no es suficiente, se precisan más recursos del gobierno central a través de las remesas nacionales. Ya esto es intolerable. La intendencia no es un empleador solidario como exclusivo objetivo central. Es paradójico como todo el dinero que recauda de una y otra manera, no en una sola ventanilla ni de manera simple, es casi todo para que desde el recaudador, con un timbre, una tasa, un impuesto, una contribución, embromar y complicar al contribuyente. Es un círculo vicioso: “yo pago para que vos me jodas, nada más”. Si de cada 100 pesos de carga tributaria, unos 90 van para salarios, entonces, es claro que la finalidad y el objetivo de todo el negocio es una solo: ayudar a financiar a unas 2000 personas que trabajan en la intendencia, unos privilegiados con muy buenas remuneraciones y beneficios sociales, combatir el desempleo y la informalidad a través del cargo público.

La discusión es de relatos, de una y otra parte. Los que dicen que el legado de la Dinastía Lima es difícil pero correcto, que pagó todas las cuentas, se hizo cargo de un millonario fideicomiso, cumplió con los salarios religiosamente. Los otros dicen y padecen lo contrario. Coutinho en 2015 tenía una deuda de $700 millones y en 2025 Lima entrega una gestión de dos décadas con otra de $2.000. Nadie dice nada, parece que no importa… Notoriamente, luego de la asunción de Carlos Albisu, peligraron el pago de los sueldos al primer mes de la administración por cuestión de disponibilidad de fondos, documentos bancarios y falta de autorizaciones de la JDS: todo al límite, con el agua hasta el cuello y creciendo.

Pero hay una realidad, si hay dinero suficiente o no, si los vaivenes fueran todo humo, como algunos dicen, entonces, es evidente que las obras de la intendencia brillan por su ausencia y lo único notorio es la cantidad de funcionarios en su planilla mensual, no se puede ocultar el sol con una mano. Los salteños padecemos desde hace mucho tiempo de una limitación presupuestal crónica, lo vemos físicamente, todo chapa y pintura berreta. Y además los funcionarios están montados unos arriba de los otros, dos mil, mil setecientos, mil quinientos, como quieran, de todas maneras, está lleno de gente: salarios, aguinaldos, salarios vacacionales y una pléyade de beneficios sociales. Una cruz demasiado pesada para cargar, en estas condiciones un trabajo caro, ineficiente e ineficaz. De lo contrario hay que subir impuestos, vender patrimonio, recibir más dinero del gobierno central, asumir más deuda, porque así como estamos no vamos a ningún lado: “la chancha y los cuatro reales” no se puede, en todo caso es presunta fantasía progresista, de la que no hace gala ni siquiera el gobierno de Orsy y el MPP que admite que el próximo presupuesto nacional será con enormes limitaciones y que como decía finalmente Mujica que “para distribuir más y mejor había primero que crecer”(sic).

Tengo claro que ahora se trata de 292 funcionarios metidos a dedo y planteada ilegalmente su permanencia. Seguramente habría otros más…

No me vengan con jurídica ni tecnicismos, y mucho menos con solidaridad de hipócritas, porque son trecientos punteros de Lima a los que se les terminó la beca progresista. Un trabajador municipal que estaba manifestándose en la puerta de la Junta Departamental, redondo de darse vuelta como una pelota, admitía abiertamente que él fue funcionario de Germán echado por Lima-Cholin en el 2015, luego retomado por la Dinastía Lima y ahora nuevamente como limista en el grupo de los presuntos cesados en breve. Notable, verdad…

Adeoms y Cholin fueron los verdugos de 250 empleados despedidos de la época de Coutinho, hace 10 años y ahora son los abanderados de la estabilidad y permanencia de otro 300 empleados del legado Lima, claro unos eran colorados y estos otros son todos vasallos de la Dinastía Lima. Así de fácil las cosas...