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Poco antes de emprender su legendaria conquista de Persia, el Gran Alejandro pasó por Corinto, ciudad en la que vivía el filósofo cínico Diógenes, dentro de un tonel. El (futuro) gran conquistador del Imperio Persa se le presentó a Diógenes y le preguntó de qué forma le podía ayudar, creyéndole infeliz. Diógenes lo miró, y por respuesta le dijo: “sal de adelante que me quitas el sol”.

Naturalmente que este diálogo, si es que sucedió alguna vez entre estos personajes históricos, nos muestra los extremos de la actitud humana.
Por un lado, Alejandro el macedonio, vital, conquistador, activo y creyente en sus fuerzas. Por otro lado, Diógenes, el filósofo cínico, holgazán, intelectual, pasivo ante el mundo. A la larga, entre esos extremos nos encontramos todos.

En nuestro país, tristemente, la inmensa mayoría se identifica con Diógenes, y muy pocos con Alejandro. ¿Impulsar una educación pública que forme personas independientes y osadas? ¡Qué locura! Necesitamos mentes funcionales a la causa y esclavos de las corporaciones que manejan al Estado.

Sindicalistas no alineados, cuyo mayor anhelo sea ayudar a generar más riqueza y distribuirla lo más equitativamente posible, y no ser diputados, senadores o ministros de un Gobierno del FA, y que prediquen con el ejemplo (es decir, trabajando). Ah, por favor…
¡Que el Estado ayude a los de mejor actitud!. Por el contrario: hay que castigarlos con más y mayores impuestos, no sea que cunda el ejemplo.
Acá protegemos a los más felices: más de 300.000 uruguayos que reciben regalías del Estado sin compromiso de ningún tipo. Todo va mejor con una masa alienada e igualitaria, gobernada por una nomenclatura profesionalizada que ha hecho del Estado su medio ambiente natural.
Parece que no tenemos claro que todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo es porque otra persona debió haber trabajado para ello pero sin recibirlo.

El Gobierno no puede entregar nada a nadie sin antes haberlo quitado a alguien…y, cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que no tienen que trabajar porque la otra mitad lo hace por ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque el Gobierno les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso, mis queridos amigos, es el fin de cualquier país.

Porqué…no se puede multiplicar la riqueza dividiéndola. Cuando en un sistema político autodenominado "democrático" los que se privilegian son aquellos que lo administran en vez de quienes lo sustentan es un sistema que no sirve y mucho menos puede ser denominado como tal. Está claro que es el caso de la Estadocracia uruguaya.

Necesitamos líderes que en vez de estar enamorados de los privilegios del poder estén enamorados de la Justicia. De la verdadera Justicia, es decir, la herramienta de los más humildes para defenderse de la opresión de los más poderosos. Que en vez de estar comprometidos con las necesidades de las corporaciones estén comprometidos con las necesidades del pueblo.

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