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Días pasados se concretó la colonización de la estancia “María Dolores”, una propiedad señorial que incluye un palacete de 10 habitaciones y corrales con capacidad para 10.000 vacunos, según denunció el senador Da Silva. De acuerdo con las declaraciones del senador “Pacha” Sánchez, se trató de un gesto en honor a José Mujica, con el objetivo de demostrar que su legado continúa vigente. Ese gesto costó U$S 32.000.000.

Cabe recordar que el Instituto Nacional de Colonización (INC) es el mayor propietario de tierras en Uruguay, con 375.000 hectáreas. Otros grandes propietarios son las multinacionales UPM (Forestal Oriental) y EUFORES. Vale destacar que las 375.000 hectáreas administradas por el INC son, en general, las menos rentables y las más endeudadas del país.

El INC fue creado por la Ley 11.029, del 12 de enero de 1948. Su artículo 1 establece: «A los efectos de esta ley, por colonización se entiende el conjunto de medidas a adoptarse de acuerdo con ella para promover una racional subdivisión de la tierra y su adecuada explotación, procurando el aumento y mejora de la producción agropecuaria y la radicación y bienestar del trabajador rural».

La creación del INC respondió a una realidad social y agraria distinta. En aquellos años, había miles de hectáreas improductivas, la tecnología era prácticamente inexistente, y las familias de los trabajadores rurales vivían en condiciones muy precarias.

Hoy, todo ha cambiado, excepto la mentalidad del Frente Amplio, que sigue añorando aquellas políticas colonizadoras, basadas en el reparto de tierras y el “desalambrar”. Un claro ejemplo de ello es la compra de la estancia “María Dolores”.

Toda esta política errada refleja un profundo desconocimiento o, lo que es peor, un populismo al estilo Mujica.

Es evidente que colonizar no consiste solamente en comprar tierras y adjudicarlas. Después de la compra y adjudicación, se requiere inversión: compra de maquinaria para producir, electrificación, adquisición de ganado y semillas, construcción de viviendas, galpones y corrales, subdivisión del terreno, alambrados, y mucho más.

El voluntarismo del INC termina en fracaso. Como ha ocurrido en tantos casos, las tierras se adjudican a colonos que no cuentan con los medios necesarios para desarrollar la infraestructura productiva. Si acceden a créditos del BROU, lo hacen sin garantías reales, ya que la tierra no les pertenece, sino que es del Estado. Esto vuelve muchas veces incobrables esos préstamos.

Los interesados en comprar esta estancia eran capitales uruguayos, personas solventes que habrían desarrollado una explotación intensiva, con inversión en maquinaria, generación de empleo y pago de impuestos. Frente a esto, el INC optó por ejercer la opción de compra para su proyecto deficitario.

En fin, debo reconocer que la compra es una excelente manera de honrar a Mujica, paladín del populismo.

 

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