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La reciente Operación GORO, realizada el pasado 18 de noviembre en Salto, volvió a poner sobre la mesa un tema que ya conocemos bien. Cada tanto asistimos a megaoperativos con un despliegue notable: patrulleros, helicópteros, grupos tácticos, fiscales y jueces trabajando en coordinación. Todo funciona como un reloj. Pero cuando miramos el resultado final, especialmente la cantidad de droga incautada, surge nuevamente la misma sensación: se mueve mucho para encontrar poco.

El operativo comenzó temprano, a las 6:30 de la mañana, con 22 allanamientos simultáneos y un gran despliegue de recursos. Se detuvo a 16 personas, se requisó a otra más, y participaron unidades de Aviación Policial, Guardia Republicana, Centro de Comando Unificado y policías de varios departamentos. Desde el punto de vista operativo, no hay nada que cuestionar: el trabajo fue profesional, coordinado y preciso.

Sin embargo, los resultados materiales vuelven a dejar preguntas. Se incautaron autos, motos, celulares, electrodomésticos, herramientas, algo de dinero y un arma de fuego. También se encontraron envoltorios con sustancias prohibidas y plantas de marihuana. Pero, otra vez, la cantidad de droga fue mínima, algo que ya parece ser un patrón en Salto.

Esto inevitablemente recuerda la Operación Relámpago, llevada adelante durante el pasado gobierno. Mucho ruido, mucho movimiento, una logística enorme… y al final, muy poca incautación. Lo que en su momento se anunció como un golpe importante terminó siendo apenas un chispazo, una acción que dejó más titulares que resultados profundos.

Los nombres de los operativos cambian, los gobiernos cambian, los mandos cambian, pero la duda sigue siendo la misma: ¿hay realmente tan poca droga en Salto? ¿O alguien, en algún punto del proceso, se entera antes? Esa sospecha, aunque incómoda, no deja de rondar.

Vale aclararlo: esta reflexión no apunta a desmerecer el trabajo policial. Muy por el contrario. Los funcionarios hicieron lo que debían y la Justicia acompañó con decisiones firmes. Las cifras hablan: 10 personas condenadas, 7 a prisión efectiva, 3 en libertad a prueba y 2 sometidas a medidas cautelares. Esto muestra que había una organización delictiva funcionando y que algo se logró desarticular.

Pero aun así, las preguntas siguen en el aire. Operativos tan grandes deberían, al menos en teoría, golpear con fuerza el flujo real de drogas en la ciudad. Sin embargo, en Salto la incautación siempre termina siendo pequeña. ¿Será que el microtráfico está tan fragmentado que es difícil golpear a la estructura completa? ¿O será que la estrategia necesita un ajuste para llegar antes que los propios involucrados?

La Operación GORO fue un paso firme, sí. Pero también es un recordatorio, como dice un amigo,  el combate  contra el narcotráfico requiere algo más que despliegue: necesita inteligencia fina, continuidad y la capacidad de actuar antes de que el delito se mueva.

De lo contrario, seguiremos viendo operativos enormes con resultados que, al final, parecen apenas un chispazo más.

 

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