Cada 3 de diciembre se celebra en Uruguay y en diversos países del mundo el Día del Médico, una fecha instaurada para reconocer el compromiso, la dedicación y el servicio de quienes ejercen una de las profesiones más vocacionales y trascendentes de la sociedad. El origen de esta conmemoración se remonta a 1953, cuando la Confederación Médica Panamericana propuso fijar esta fecha en homenaje al médico y científico cubano Carlos Juan Finlay, cuyo trabajo fue decisivo para demostrar que el mosquito Aedes aegypti era el transmisor de la fiebre amarilla, un descubrimiento que revolucionó la salud pública a nivel global. Desde entonces, el 3 de diciembre es una jornada para reflexionar sobre la importancia de la medicina, agradecer a quienes la practican y recordar a quienes, desde la ciencia o la asistencia cotidiana, han marcado hitos en la historia sanitaria.

El Día del Médico es, en esencia, un recordatorio de que detrás de cada consulta, cada diagnóstico y cada investigación, hay mujeres y hombres que enfrentan desafíos complejos con vocación de servicio. Es también una oportunidad para valorar su formación permanente, su responsabilidad ética y su rol indispensable en tiempos de crisis sanitarias, como quedó demostrado durante la pandemia. Hoy, los uruguayos, saludamos a nuestros médicos: a los históricos, a los que hoy ejercen, a los que forman y a los que se están formando. Todos ellos son parte de un esfuerzo colectivo que sostiene un derecho esencial: el derecho a la salud.