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No es solo un emprendedor. Es un soñador que decidió recuperar una parte del alma de Salto y Concordia: la lancha Santo Concordia, una embarcación que durante décadas unió ambos márgenes del río Uruguay. Con más de 100 años de historia familiar en navegación, Bruno representa la cuarta generación de una tradición que parecía condenada al olvido. En 2022, luego del fallecimiento de su abuelo, decidió tomar las riendas de un sueño: devolverle vida a esa lancha que tantas personas recuerdan con cariño.

“Esto fue un desafío personal. No tenía fondos, no tenía apoyo, pero tenía el corazón puesto en esto”, cuenta Bruno. Su intención nunca fue enriquecerse, sino devolverle a la gente una alternativa de transporte, una experiencia cultural y turística que se estaba perdiendo.

Obstáculos en el camino

Los comienzos no fueron fáciles. Apenas a los 20 días de haber retomado el servicio, la lancha sufrió un desperfecto al engancharse con un arte de pesca en el canal. La reparación fue costosa y agotó los pocos ahorros que tenía.

A pesar de todo, Bruno siguió adelante. Pero nuevos problemas fueron apareciendo: la diferencia cambiaria con Argentina, el mal clima, la creciente del río y el bajo flujo de pasajeros obligaron a reducir las frecuencias. Hoy, la lancha sólo opera dos veces por semana, con pasajes accesibles para quienes no tienen auto.

“El costo operativo es alto, y la gente no siempre valora lo que tiene hasta que lo pierde”, reflexiona.

Más que transporte: una experiencia única

Bruno no ve a la lancha solo como un medio de transporte. La considera parte del patrimonio de Salto y Concordia. A través de paseos fluviales, intenta mostrar paisajes únicos que no se pueden apreciar desde tierra firme. Estos recorridos se organizan los fines de semana gracias al apoyo de una colaboradora ,a quien llama su “salvadora”, que promueve la actividad. Además, presentó un proyecto al Ministerio de Transporte para ampliar la propuesta y convertirla en un atractivo turístico regional, generando trabajo e ingresos para la zona. Pero lleva tres meses esperando una respuesta.

¿Un futuro incierto?

A pesar de su esfuerzo, Bruno admite que la situación es complicada. No descarta cerrar el servicio si no llega el apoyo necesario. Incluso ha pensado en irse del país. “Me duele pensarlo, pero quizás tenga que dejar todo. Agradezco a quienes me apoyaron, a los que se subieron a la lancha y creyeron. Esto no debería morir con la familia Sancristóbal. Este servicio merece seguir, sea quien sea el que lo continúe.”

Hoy más que nunca, la lancha entre Salto y Concordia necesita que la comunidad la apoye. No solo es una forma de cruzar el río. Es una manera de honrar la historia, el esfuerzo y el amor por la región.

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