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Una política de tránsito en debate

En los últimos años, la ciudad de Salto se ha llenado de reductores de velocidad, también llamados “lomos de burro” o “sobresaltos”. La intención oficial es clara: reducir la siniestralidad en las esquinas más conflictivas. Cada vez que se producen dos o tres accidentes en un cruce, la respuesta inmediata suele ser instalar uno de estos dispositivos.

Sin embargo, esta política de tránsito, que busca frenar a los conductores y obligarlos a reducir la velocidad, está generando un debate cada vez más fuerte entre vecinos, choferes y transportistas.

Los efectos no deseados

Si bien algunos reductores cumplen su función en lugares estratégicos y con buena señalización, la proliferación indiscriminada de sobresaltos también provoca consecuencias negativas.

Conductores de vehículos particulares y de transporte pesado aseguran que estos dispositivos dañan los autos, camiones y hasta la mercadería que transportan. En varios casos, incluso se han registrado accidentes provocados por los mismos reductores.

Los repartidores se quejan de que moverse por la ciudad se ha vuelto una odisea, porque en trayectos cortos deben frenar una y otra vez. “En algunos barrios es imposible circular sin sufrir saltos bruscos”, relató un vecino consultado.

El caso más polémico: la entrada a la ciudad

Uno de los puntos más cuestionados está en la avenida Wilson Ferreira Aldunate, ingreso principal a Salto. Allí, frente al Centro de Agudos, hay dos reductores colocados a muy poca distancia entre sí. El problema es evidente: las ambulancias que llegan con pacientes de urgencia deben reducir la marcha en una zona donde cada minuto puede ser vital.

“Es contradictorio que justo en la entrada a un centro de emergencia tengamos estos obstáculos”, expresó un vecino molesto. Para muchos, se trata de un ejemplo claro de cómo una medida que pretende dar seguridad termina generando el efecto contrario.

Abrir la discusión pública

La intención de este reportaje es poner el tema en debate. ¿Realmente los reductores están cumpliendo su función? ¿No será que los perjuicios para conductores, transportistas y servicios de emergencia son mayores que los beneficios?

Quizás sea hora de buscar alternativas más efectivas para prevenir accidentes sin entorpecer la circulación ni poner en riesgo situaciones críticas. Radar, mejor iluminación, semáforos inteligentes o mayor presencia de inspectores son algunas opciones que vecinos y choferes proponen.

El tránsito es un tema que nos afecta a todos. Y en Salto, la discusión sobre los reductores de velocidad apenas comienza.

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