SARU /
59 años de solidaridad rural que no se detiene
En 1966, cuando la migración del campo hacia la ciudad comenzaba a vaciar los parajes rurales del Uruguay, una mujer tuvo una idea que cambiaría la vida de cientos de familias. Adela Correa de Campos, junto a su esposo, fundó el Servicio de Ayuda Rural del Uruguay (SARU) con el objetivo de ofrecer oportunidades educativas y laborales a quienes vivían lejos de los centros urbanos. Casi seis décadas después, la organización mantiene viva esa misión con el mismo espíritu solidario que la vio nacer.
En una entrevista en el Streaming de Diario La Prensa, la presidenta de SARU, Gloria Mosna, y una de sus integrantes María Natalia Brites Correa, repasaron la trayectoria de la institución, su evolución y los proyectos que siguen transformando vidas en el medio rural.
De una carpa a un clásico de la Expo
Los comienzos de SARU fueron tan humildes como inspiradores. “Al principio teníamos una carpa, lavábamos todo en latones porque no había agua”, recuerda Brites. Con el paso de los años, aquel improvisado espacio se transformó en el “Rancho de los Manteles Rojos”, un restaurante solidario dentro de la Expo que se ha convertido en punto de encuentro y símbolo de tradición.
“El SARU es un lugar donde se reúne toda la familia de la Expo”, comentó Mosna. Allí, los visitantes disfrutan de parrilladas y postres caseros elaborados por las integrantes del grupo. Los fondos recaudados se destinan íntegramente a financiar proyectos educativos y sociales en el interior del país. “El ambiente es muy familiar, somos personas que hace años trabajamos juntas”.
Formación y oportunidades para las mujeres rurales
La labor de SARU no se limita a la gastronomía solidaria. A lo largo de los años, la organización ha impulsado cursos de costura, repostería, peluquería y huerta, brindando herramientas de trabajo a las mujeres del medio rural para que puedan desarrollarse sin tener que abandonar su entorno.
Uno de los proyectos más destacados se llevó a cabo en la zona de Campo de Todos, donde el grupo contrató a una asistente social, para realizar un relevamiento de las necesidades locales. “A través de ese trabajo se detectó el interés por cursos de costura, para hacer bombachas y camisas de trabajo, de cocina y peluquería”, explicó Brites. Con el tiempo, SARU adquirió un contenedor acondicionado con cocina, baño y salón, convirtiéndose en un centro de formación comunitario.
“Es muy importante que las mujeres tengan un lugar donde aprender y sentirse útiles”, subrayó Mosna. “Nuestro objetivo es que puedan quedarse en el campo, fortalecer la vida rural y generar oportunidades desde su propio territorio”.
Salud bucal y educación, sembrar bienestar desde la infancia
Actualmente, SARU lleva adelante una campaña de atención odontológica en escuelas rurales, en colaboración con la doctora Verónica Yribarne. Más de 280 niños de las escuelas Nº 15 de San Antonio, 98 de Barrio Albisu y 16 de Parada Herrería reciben atención y educación preventiva en salud bucal.
“Hay niños que no tienen cepillo de dientes o lo comparten con sus hermanos”. Por eso, además de los tratamientos, se entregan kits de higiene dental.
La labor no termina ahí, se realiza un seguimiento del estado bucal de cada niño y se fomenta la educación sanitaria como valor permanente. “La salud bucal es parte de la presentación personal y de la salud integral. Aprender a cuidarla desde chicos es fundamental”, afirmó Brites.
Una de las historias más conmovedoras que compartieron fue la de un niño con discapacidad que sufría fuertes dolores dentales. Gracias a la gestión del grupo, fue atendido por la odontóloga María Lourdes Arburúas, quien realizó el tratamiento completo de manera solidaria. “El cambio fue impresionante, y la gratitud de la madre nos emocionó profundamente”. “Ese es el tipo de ayuda que queremos seguir dando”.
Una familia que se multiplica
SARU no solo se mantiene, sino que se renueva con cada generación. Hijos y nietos de las fundadoras participan año a año en la exposición, ayudando en el restaurante y en las campañas solidarias. “Es emocionante ver cómo todos colaboran. Somos una gran familia, y por eso digo que SARU no va a morir”. La presidenta “Todo esto es posible gracias a las donaciones y al apoyo constante de productores, frigoríficos, comercios, periodistas y personas que creen en nuestra obra”.
Camino a los 60 años, un legado que inspira
Con casi seis décadas de trabajo ininterrumpido, SARU se prepara para celebrar en 2026 su aniversario número 60. Lo harán con el mismo entusiasmo y compromiso que los caracteriza desde 1966. “Quien pase por la Expo y vea el restaurante de los mantelitos rojos, sepa que ahí se ayuda a la gente del campo”, resume Mosna.
Desde sus modestos comienzos hasta su presente consolidado, el Servicio de Ayuda Rural del Uruguay demuestra que la solidaridad puede ser una fuerza poderosa para mantener vivo el corazón del interior. SARU es, en definitiva, la historia de un país que se abraza a sus raíces rurales y las hace florecer con trabajo, amor y comunidad.
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