17.7.1901 - 31.12.1991 /
Artigas Milans Martínez: el pintor-poeta que hizo de Salto su patria del alma
En la historia cultural del Uruguay del siglo XX, hay nombres que, aunque quizás olvidados por los circuitos más formales de la crítica internacional, permanecen como pilares fundamentales en la memoria colectiva de sus comunidades. Artigas Milans Martínez es, sin duda, uno de esos nombres. Pintor, poeta, difusor cultural y maestro apasionado, su vida fue un puente entre la palabra y la imagen, entre el paisaje rural y la sensibilidad íntima del artista.
Infancia y Formación
Artigas Milans Martínez nació el 17 de julio de 1901 en Tacuarembó, aunque sus padres —Juan Milans y Corina Mónica Martínez Morente— eran oriundos de Salto, lo que marcó profundamente su identidad futura. Pasó sus primeros años en Rivera y más tarde en Montevideo, donde comenzó a mostrar sus inquietudes artísticas. Su formación comenzó temprano, en 1914, cuando ingresó en la Escuela de Modelado dirigida por el escultor Luis Cantú. Allí desarrolló sus primeras habilidades como escultor y dibujante. Más tarde, en la Escuela de Arte Regional bajo la dirección de Pedro Figari, conoció a maestros como Domingo Puig, Antonio Peña y Vicente Puig, quienes contribuyeron a su crecimiento artístico. Sin embargo, pronto su pasión se volcó hacia la pintura, disciplina que definiría su producción principal.
Autodidactismo y Primera Producción
Tras su paso por las instituciones formales, Milans Martínez siguió un camino de perfeccionamiento autodidacta. Ingresó al Círculo de Bellas Artes en 1918, pero pronto optó por estudiar por su cuenta, cultivando una profunda formación general que combinaba estética, literatura y sensibilidad humana. Esta mezcla entre técnica académica y libre exploración sería un sello distintivo de su obra. Sus acuarelas y óleos, caracterizados por una paleta vibrante y una mirada personal sobre el paisaje y la arquitectura, lo convirtieron en una voz singular dentro del panorama artístico uruguayo.
Salto: la Ciudad Adoptiva
Aunque su nacimiento ocurrió en Tacuarembó, Milans Martínez sintió siempre una fuerte conexión con Salto, ciudad que lo adoptó desde 1930 y en la que viviría el resto de su vida. Más que un lugar de residencia, Salto se convirtió para él en una patria del alma, fuente inagotable de inspiración para sus obras y escenario de su vida cultural. Allí, reflejó con acuarelas las calles, plazas, ríos y rincones urbanos que conocía tan bien: la Calle Uruguay con sus comercios pujantes, las costas del Río Uruguay, edificios emblemáticos del puerto y otros paisajes urbanos que se convirtieron en protagonistas de su obra pictórica.
Múltiples Roles en la Vida Cultural
Más allá de su trabajo como pintor, Milans Martínez tuvo un rol activo como difusor y organizador cultural, promoviendo el arte y la literatura desde diferentes espacios. En 1936 dirigió la primera página literaria que existió en Salto, en el diario La Campaña. Desde 1945 y por quince años mantuvo una sección sobre arte y literatura en Radio Cultural, bautizada En el aire de América, donde difundió poesía, pensamiento y avances culturales.
En 1953 fundó Papel de Poesía, una publicación con versos que se distribuía ampliamente en países de habla hispana, consolidando a Salto como un centro de pensamiento y creación poética regional. Su compromiso con la cultura local también se vio en su actividad docente: fue profesor en el Taller Municipal de Artes Plásticas del Museo de Bellas Artes y, de manera eventual, impartió clases de modelado y pintura en el Instituto Normal de Salto. Además, organizó múltiples exposiciones de pintura, dibujo y grabado para artistas locales, potenciando así la escena plástica de la ciudad. Milans Martínez también dirigió diversos museos: el Museo Municipal de Bellas Artes, el Museo Histórico Municipal “Enrique Amorim” y el Museo de Arte Moderno, desempeñando un papel clave en la conservación y difusión del patrimonio artístico regional.
Un Artista Integral: Pintura y Poesía
La obra pictórica de Milans Martínez refleja una mirada íntima sobre su entorno, pero también una sensibilidad estética que trasciende lo meramente descriptivo. Sus acuarelas —ligeras y luminosas— muestran un entendimiento profundo de la luz y el color, mientras que sus óleos capturan la densidad emocional de los paisajes urbanos. Su estilo ha sido descrito por el crítico Zoma Baitler como aquel de “un primitivo dentro de él, pero perfectamente controlado”, señalando la fuerza expresiva de sus obras sin perder orden ni armonía compositiva.
A la par de su pintura, Milans Martínez fue un poeta prolífico. Sus poemas fueron incluidos en antologías importantes, como la Colección de Escritores Salteños, que recoge ejemplos de su obra literaria junto a otras voces regionales. Esta colección muestra no solo su producción pictórica sino su talento como versificador, capaz de traducir en palabras la misma sensibilidad que mostraba en sus pinceles. Algunos de sus textos han sido traducidos a inglés, ruso, italiano y portugués, alcanzando audiencias más allá de las fronteras nacionales, lo que revela la universalidad de su voz poética.
Recuerdos y Legado
Quienes lo conocieron recuerdan a Milans Martínez como un hombre cordial, elegante en el vestir, con un trato amable y profundo amor por la poesía y la pintura. Vecinos relatan encuentros en plazas, cafés y salones culturales de Salto, donde siempre estuvo presente, impulsando conversaciones y compartiendo su arte.
En Salto aún se habla de su generosidad para enseñar y compartir, especialmente con jóvenes y estudiantes interesados en el arte. Algunos de quienes fueron niños en esa época narran cómo el artista les enseñó acuarela y dibujo dentro y fuera de las aulas.
La figura de Milans Martínez sigue siendo homenajeada en exposiciones y muestras organizadas por instituciones culturales de Salto, como el Museo Olarreaga Gallino, que en años recientes le dedicó exposiciones bajo el lema “Entre libros y pinceladas”, destacando la combinación única de creación literaria y plástica que caracterizó su vida.
Artigas Milans Martínez falleció el 31 de diciembre de 1991 en Salto, la ciudad que eligió como hogar y que le correspondió con cariño y reconocimiento.
Su vida fue una demostración de cómo un artista puede ser simultáneamente creador, maestro y promotor cultural; un puente entre el arte y la comunidad que lo rodea. Su legado se conserva en acuarelas que capturan la luz del río, en poemas que evocan paisajes íntimos y en las historias de quienes lo conocieron como un impulsor incansable de la cultura. Hoy, más de un siglo después de su nacimiento, su obra sigue viva en cada rincón de Salto que él ayudó a ver con ojos nuevos.