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La Escuela N°95 de Salto, ubicada en Salto Nuevo, lleva el nombre “Clemente Estable”. Cuando días pasados observábamos en algunas redes sociales una polémica respecto a la figura del homenajeado, quisimos ahondar en el conocimiento del caso. Por esas coincidencias que da la vida, hallamos que ayer, 23 de mayo, cuando nos proponíamos a escribir estas líneas, se cumplía un año más de su nacimiento. Y en estos días, en que la Universidad de la República ofrece su Feria de Ciencias, y con ese motivo está siendo visitada por decenas de delegaciones, parece ser una inmejorable ocasión para recordar a esta personalidad de la cultura uruguaya.

Clemente Estable fue una de las figuras más influyentes en la ciencia uruguaya del siglo XX. Nacido el 23 de mayo de 1894 en San Juan Bautista, departamento de Canelones, Estable dedicó su vida a la investigación científica y a la educación.

Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de la República, completó estudios en Europa que marcaron profundamente su trayectoria. En Alemania, trabajó en laboratorios de vanguardia donde se formó en neurociencia, disciplina que lo apasionó y lo llevó a realizar descubrimientos fundamentales sobre el sistema nervioso.

Fundador de la investigación científica uruguaya

A su regreso a Uruguay, Estable fundó en 1927 el Laboratorio de Investigaciones Biológicas, uno de los primeros institutos científicos del país. Desde allí, impulsó una forma rigurosa y sistemática de hacer ciencia, orientada a la observación, el método experimental y la formación de nuevas generaciones de investigadores.

Sus estudios sobre la estructura de las células nerviosas y su funcionamiento contribuyeron al desarrollo de la neurobiología moderna. Fue pionero en utilizar técnicas microscópicas avanzadas para su época y en fomentar la divulgación científica como una herramienta para democratizar el conocimiento.

Educador apasionado y reformador

Pero Estable no solo fue un científico, sino también un educador con vocación. Participó activamente en la reforma educativa de principios del siglo XX, convencido de que la ciencia debía ocupar un lugar central en la formación de los ciudadanos. Su enfoque integrador combinaba ciencia, arte y filosofía, y defendía una enseñanza basada en la experiencia y la creatividad.

Fue autor de numerosos libros y ensayos que abordan tanto temas científicos como pedagógicos, entre ellos Biología, moral y libertad, donde expone su visión humanista de la ciencia.

Legado vivo en la ciencia uruguaya

Clemente Estable falleció en 1976. El instituto que lleva su nombre —Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE)— es hoy un referente en la región en el campo de las ciencias biológicas. Su vida es recordada como un ejemplo de integridad intelectual, compromiso con el país y pasión por el conocimiento. Es bueno no olvidarlo.

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