
El escritor húngaro que vio el apocalipsis y siguió escribiendo
El 9 de octubre de 2025 será recordado como un día de júbilo literario: el húngaro László Krasznahorkai, de 71 años, ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura “por su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”.
¿Quién es Krasznahorkai?
Nació en Gyula, sureste de Hungría, en 1954. Reveló su presencia literaria al mundo con Satantango (1985), novela que expone la vida dura y casi ritual de un colectivo rural húngaro al borde del colapso. Su estilo: tramas sombrías, personajes al límite, prosa densa, frases que se extienden, atmósferas de decadencia que evocan tanto lo grotesco como lo filosófico.
Temas que lo hacen único
En su obra hay un duelo constante con el caos: tanto el caos histórico, político y social de la Europa de posguerra, como el terror apocalíptico, ese vértigo de contemplar lo que puede derrumbarse a nuestro alrededor.
También hay influencias del Lejano Oriente. Krasznahorkai ha viajado a China y Japón, experiencias que han pulido en su obra un tono contemplativo que contrasta con las escenas más duras.
Reconocimientos, impacto e historia
Es el segundo húngaro que recibe el Nobel de Literatura, después de Imre Kertész (2002).
Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine, especialmente en colaboración con el director Béla Tarr (como Satantango, The Werckmeister Harmonies), películas largas, meditativas, casi hipnóticas.
Los homenajes ya se multiplican: críticos, escritores, lectores destacan que Krasznahorkai no solo describe el desastre, sino que lo convierte en materia artística, en algo que nos hace pensar, estremecernos y, al mismo tiempo, reconocer la belleza incluso en lo ruinoso.
¿Por qué ahora?
Quizá porque su escritura capta de modo poderoso los tiempos que vivimos: incertidumbre política, crisis existenciales, tensiones globales. Krasznahorkai escribe lo que muchos sienten pero pocos se atreven: el miedo, la absurda espera de un milagro, la resistencia del arte como acto de supervivencia. Cuando el mundo se inclina hacia lo caótico, hay quienes leen para comprender, para confrontar aquello que aterroriza. Krasznahorkai lo hace con un estilo que exige, que no deja indiferente. Su Nobel es también un reconocimiento de que esas voces intensas siguen siendo necesarias.
Con László Krasznahorkai, la literatura mundial recibe un guardián del exceso, del abismo, del lenguaje que no teme perderse en las sombras. Nos recuerda que frente al apocalipsis lo que podemos hacer (y debemos hacer) es nombrarlo, explorarlo, resistirlo con palabras. En su premio late la idea de que incluso en lo más oscuro hay espacio para el asombro y para la belleza.