
Julio César Castro, el humorista que inventó el universo de Don Verídico
Julio César Castro, más conocido como Juceca, fue uno de los escritores y humoristas más originales que dio el Uruguay en el siglo XX. Su legado literario y teatral sigue vigente gracias a su estilo inconfundible: una mezcla de humor rural, absurdo y filosofía popular, que encontró en su personaje Don Verídico la voz perfecta para reflejar las paradojas de la vida cotidiana. Nacido en Montevideo en 1928, Juceca supo muy temprano que su camino estaba en las letras y en el escenario. No fue un hombre de poses ni de grandes alardes, sino alguien que cultivó un humor inteligente, sutil y, al mismo tiempo, cercano a la gente común.
Don Verídico, el paisano filósofo
El gran hallazgo de Juceca fue Don Verídico, un paisano que narraba historias inverosímiles con total naturalidad. Ese personaje se convirtió en un clásico de la cultura uruguaya y latinoamericana, capaz de provocar risa y reflexión al mismo tiempo.
Los cuentos de Don Verídico circulaban primero de boca en boca y luego en los escenarios, en libros y hasta en la radio. Juceca tenía el talento de usar el habla popular para elevarla a categoría literaria, sin perder nunca la frescura del relato campero. Con él, los disparates adquirían lógica propia y lo imposible parecía razonable.
Un estilo inconfundible
A diferencia de otros humoristas de su tiempo, Juceca no necesitaba de chistes fáciles ni golpes de efecto. Su humor estaba cargado de ironía, ternura y, muchas veces, una mirada crítica sobre la sociedad. El absurdo era su materia prima, pero siempre lo moldeaba con elegancia y precisión.
Esa manera de escribir le permitió trascender fronteras. En Argentina y Paraguay también lo celebraron, y aún hoy sus textos se reeditan, se comparten y se representan en distintos ámbitos culturales.
Escritor, actor y guionista
Aunque su nombre quedó asociado sobre todo al humor literario, Juceca fue también actor, dramaturgo y guionista. Integró el mítico grupo teatral El Galpón y escribió obras que supieron ganarse un espacio en la escena uruguaya. Su versatilidad artística lo convirtió en un referente integral de la cultura nacional.
Además, participó en cine y televisión, siempre con ese estilo sobrio pero magnético, que atrapaba al espectador sin necesidad de grandes gestos.
Su influencia continúa
Julio César Castro falleció en 2003, pero su legado continúa vigente. Cada vez que alguien lee un cuento de Don Verídico, asiste a una obra de teatro basada en sus textos o escucha una anécdota narrada al estilo juceciano, se renueva la vigencia de su arte.
Su influencia es visible en muchos humoristas y escritores que lo consideran un maestro. Pero, sobre todo, permanece en la memoria colectiva de un país que encontró en él una manera distinta de reírse de sí mismo.
El humor como espejo
Lo que hizo Juceca fue más que divertir: nos enseñó que el humor puede ser un espejo donde mirar la realidad de otro modo. Don Verídico, con su lógica disparatada, revelaba verdades profundas, escondidas detrás de lo absurdo.
Ese es, quizás, el mayor mérito de Juceca: haber demostrado que la risa no está reñida con la reflexión, y que la identidad uruguaya puede expresarse también a través del humor inteligente.