
Una polémica local que invita a mirar más allá
En estos días en que en Salto la polémica sobre la restauración de los murales del Ateneo ha vuelto a despertar pasiones, resulta oportuno detenernos en una experiencia uruguaya que demuestra cómo la tecnología puede ponerse al servicio del arte sin traicionarlo. La periodista Silvana Tanzi, en un reciente artículo publicado en Búsqueda, describe un trabajo fascinante: la reconstrucción cromática de obras de Joaquín Torres García mediante el uso de inteligencia artificial.
La búsqueda de los colores perdidos
La investigación está encabezada por Rosana García, ingeniera y docente de la Udelar, en colaboración con el Museo Torres García. Su objetivo: recuperar los colores originales de obras que se perdieron en un incendio, valiéndose de modelos informáticos que “aprenden” a pintar como el propio Torres.
Tanzi cuenta que el punto de partida fue una vieja filmación del Instituto de Cinematografía de la Udelar, registrada en 1974 y guardada durante décadas en un armario. Al restaurarla, el sonido pudo rescatarse, pero no así los colores. De ahí surgió la idea: si el fuego había borrado la paleta del maestro, ¿podría una máquina volver a imaginarla?
Un modelo que “dialoga” con el arte
García explica que el modelo que utiliza funciona “como un ChatGPT, pero de imágenes”: se le da una obra en blanco y negro y, tras un entrenamiento con millones de imágenes, el sistema propone los colores más probables que el artista habría usado.
No trabaja solo: dialoga con la investigadora, que va corrigiendo y ajustando tonos hasta acercarse a la paleta torresgarciana. Es un trabajo de paciencia, sensibilidad y precisión, donde la tecnología se convierte en aliada del ojo humano.
Ciencia, arte y sensibilidad
La periodista subraya que el proceso no es una simple automatización, sino un encuentro entre ciencia y sensibilidad. “Si no estuvieran los pintores y expertos -dice García-, no se podría colorizar”.
En esa colaboración reside quizás la clave de todo: el respeto por el arte como creación humana, incluso cuando interviene la tecnología.
Restaurar es dialogar con el tiempo
El Museo Torres García ya había realizado antes proyectos de reconstrucción, como el mural Pax in lucem, y ahora trabaja en un libro que documentará esta nueva etapa, combinando historia, técnica y reflexión estética.
La nota de Tanzi deja abierta una pregunta que también resuena en los debates locales: ¿hasta qué punto restaurar es crear nuevamente? En el caso de Torres, la inteligencia artificial no pretende “inventar” su obra, sino reconstruir su memoria visual, apoyándose en el conocimiento humano.
Quizás ese sea el desafío que hoy atraviesa también a quienes buscan rescatar murales en general: entender que restaurar no es borrar el tiempo, sino dialogar con él, como lo hace García con su modelo digital.