En cuanto a la alimentación, la evidencia científica disponible es limitada en relación con su impacto directo sobre los brotes. Sin embargo, sí se sabe que las reacciones alérgicas pueden desempeñar un papel importante. Si ciertos alimentos producen irritación, picor o hinchazón en los labios, es recomendable consultar a un especialista para evaluar posibles sensibilidades. Más allá de esto, mantener una dieta equilibrada, que favorezca un sistema inmunitario fuerte, puede contribuir a reducir la frecuencia de las recurrencias.

Para controlar mejor la aparición de los episodios, se sugiere identificar los desencadenantes personales —como estrés, exposición al sol, falta de sueño o irritación local— y buscar acompañamiento profesional cuando los brotes son frecuentes o especialmente molestos. En esos casos, el uso de medicamentos antivirales bajo indicación médica puede resultar de gran ayuda. Estos tratamientos permiten disminuir la intensidad y duración de los síntomas, al tiempo que mejoran el control de la afección y reducen su impacto en la vida diaria.