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La anécdota le pasó a un buen amigo, persona de trabajo y noble si las hay, que se quejaba de su hija adolescente.

"Dejé el lavarropas funcionando a las ocho de la mañana, un rato antes mejor dicho, antes de irme a trabajar y le avisé a mi hija (adolescente) que colgara la ropa. Lo hizo, a las seis de la tarde, o sea que demoró casi diez horas, un poco menos descontando el tiempo de trabajo del lavarropas, en cumplir un pedido, porque ni una orden fue, ya que había ropa de ella y mía. Pero bueno, los gurises de hoy son así." Esto se puede replicar diez veces, cien veces en lo que pueda aportar el amable lector respecto a los muchachos de hoy en día y todos estaremos en lo mismo, las formas de no sacrificio de los jóvenes. Cómo activan cuando hay pedidos para llevar algo adelante y la verdad que no se estresan por nada. Pero vayamos a mirar con algo más de intensidad las cosas, por ejemplo, para unos talleres que damos junto a compañeros profesores de Formación Docente accedimos a unos textos del año 1936 que se quejaban de los jóvenes de esa época y decían, "juventud era la de antes", o sea que nada nuevo bajo el sol.

El sociólogo Emilio Durkheim, francés y al que se lo considera un clásico y el fundador de la Sociología de la Educación decía que la moral y la socialización de una generación a otra es un libro con renglones por escribir, lo que es cierto, pues estamos ante gente que recibe información básica y codificada de lo que debe hacer pero también le pone su impronta. Esto está bien pero debemos agregarle que en las últimas décadas el ser humano se ha llenado de privilegios que van del control remoto al delivery pasando por un sinfín de cosas que nos han dejado quietos, sedentarios, conformistas e inmóviles. Entonces, por qué los jóvenes serían de una cultura del esfuerzo cuando todo en derredor es comodidad, y como padres nos hemos preocupado por darles todo "para que no sufra" cuando justamente el esfuerzo, el sufrimiento es la forma de enfrentar problemas y salir adelante. No se trata de sufrir por sufrir pero sí de hacer cosas importantes dejando de lado las banales para que  luego conduzcan a los resultados deseados.

Nuestros jóvenes son el resultado de nuestra socialización, del tener todo hecho, del supermercado donde siempre hay todo y encima a buen  precio, pero haciéndonos creer que eso justamente "necesitamos", por qué entonces habrían de ser distintos si los hicimos de esa manera. En los años setenta y ochenta había escasez de leche en invierno y había que luchar por conseguir el producto y luego cuidarlo, pues en invierno, y más si es una estación seca, las vacas dan menos leche. Hoy hay leche de todo tipo siempre, hoy hay todo siempre, si no vamos al frízer y allí lo encontramos.

No podemos pedirle peras al olmo, eso por un lado, pero también debemos dejar de lado el concepto estigmatizante de la juventud, como todo en la vida hay jóvenes que se esfuerzan, que luchan, que estudian, trabajan, cuidan a sus padres, abuelos, parejas, hijos, y otros que más vale perderlos que encontrarlos. Es la vida misma pero no creemos que lo de hoy sea peor que ayer, simplemente es distinto, tan distinto como dice Durkheim que hemos hecho con nuestros hijos, las hojas que nosotros escribimos en nuestra generación son las que le dieron el carácter que tiene. Esperemos ahora a ver cómo son las hojas de ellos, cuando les toque criar a nuestros nietos.

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