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La frase no es mía; podría ser de cualquier persona, pero es verso de un hermoso poema que Antonio Machado publicó en 1915. “A don Francisco Giner de los Ríos”, su maestro de la Institución Libre de Enseñanza de Madrid. Las fechas, los términos, el mismo nombre de la Institución (Libre) nos ponen en contacto con la cercanía de la II República Española, de la cual Machado fue defensor, al grado de marchar al exilio en Francia, donde murió.

Hecha la ubicación histórica y política voy al porqué de la inclusión del verso como título de esta nota, escrita ciento diez años después que el poema. El espíritu libertario del poeta, pone en boca de su maestro el concepto de que hay que vivir, más allá de las fatalidades (su propia muerte); que la vida sigue, “los muertos mueren y las sombras pasan…Lleva quien deja y vive el que ha vivido…”.

Salvando las distancias fácticas e históricas, el imaginario nos permite comparar el momento de la desaparición (¿transitoria?) de la esperanza política salteña con la “muerte” de un proyecto. La pérdida del gobierno de Salto por el Frente Amplio, significa la desaparición por cinco años de un escenario de equidad para todos los habitantes departamentales. Pero la vida sigue, las ilusiones mueren y las sombras que la ahogaron, pasarán.

Conocí este poema de Antonio Machado, mucho antes de que Joan Manuel Serrat popularizara en canciones algunas de sus obras (“Caminante no hay camino…” por ejemplo). En mi juventud, accedíamos a ellas quienes debíamos estudiarlas en magisterio, literatura o lenguaje. Siempre me impresionó como un canto que invita a no detenerse: la vida sigue… Más allá de su riqueza sonora, está preñado de aliento a la acción: “lleva quien deja, y vive el que ha vivido”. Y sigue haciéndolo.

El Frente Amplio ha perdido una elección en Salto, pero sobre todo ha visto claudicar parte de su mística más sagrada. Temporalmente fueron arriadas banderas emblemáticas como la equidad al momento de repartir, la ideología al instante de seleccionar referentes conductores, y la transparencia cuando de rendir informaciones se trató. Pero “la vida sigue”, “lleva quien deja y vive el que ha vivido”. Se trata de hacer “sonar los yunques y enmudecer las campanas”. No detener la tarea, para lamentar lo perdido, sino de aumentar los esfuerzos para fortalecer la idea y la acción. Quienes creemos que hace ya años que se bajaron esas banderas en Salto, seguimos empuñándolas y convocando a reconstruir la fuerza transformadora.

No se ha eclipsado el pensamiento frenteamplista, ni siquiera se ha atenuado. La reconquista del gobierno nacional, del de Río Negro, la primera victoria en Lavalleja y los triunfos en Montevideo y Canelones, hablan de su vigencia y empuje. Los salteños, con la comprensión de la dirección nacional, deberemos reagruparnos bajo la bandera de Otorgués, sostenidos por el ideario histórico que generó el nacimiento de la fuerza hace más de cincuenta años.

Con ideales y métodos frenteamplistas, habrá FRENTE AMPLIO.

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