Qué malos momentos viene pasando el salteño Gustavo Coronel Maldonado, tras ser rapiñado en la capital del país en la noche del viernes. Ampliamente conocido por su trabajo en el INAU (ahora ya jubilado), por su desempeño como Cónsul en Concordia y como dirigente del Partido Nacional de toda la vida (incluso fue candidato a Intendente de Salto en alguna oportunidad). Coronel, narró que esa noche salió a comprar un refresco por Constituyente, cuando a la altura de calle Salto no vi absolutamente nada, ni una sombra, ni un ruido raro… “solo sentí el puño que me destrozó la nariz y me tiró al suelo hacia atrás. Fue de sorpresa total, ni tiempo a reaccionar. Estaba todavía aturdido cuando apareció otro y me remató con otro golpe del otro lado”. En menos de un minuto, dijo, ya estaba inconsciente. Le robaron todo: “el celular, los lentes, la billetera, las tarjetas, documentación, de todo…Una impotencia tremenda”.

El rostro roto

Tan mal quedó, que incluso, aparentemente se está evaluando si tienen que reconstruirle el pómulo. Fue una verdadera emboscada, sin ninguna chance de defenderse. “Me duele muchísimo la cara, sobre todo la nariz, la tengo completamente hinchada, y solo con hielo me puedo calmar un poco. Jamás en mi vida me habían dado una piña tan certera y violenta, ese tipo me tenía medido”, comentó.

Dijo estar sumamente indignado y con tanta bronca que hasta siente ganas “de averiguar con los del barrio, los del día a día, quiénes fueron esos tipos y dónde viven...Ya hablé con la policía y si los llego a identificar, con la Toyota y unas tablas adelante, voy y les tiro el rancho abajo. No me importa nada…Lacras...”.

Agradecimiento

Coronel aprovechó también para “agradecer de corazón a todos los amigos y conocidos que me han escrito y llamado para preocuparse por mi estado. Me cuesta escribir porque, además de todo, me robaron los lentes y tengo la cara y la vista comprometidas por los golpes”. Así, con la nariz y buena parte de la cara hinchada, dice Coronel que los mensajes con demostraciones de solidaridad y afecto de familiares, amigos y allegados, lo ayudan a seguir soportando “esta joda”.