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El delegado nacional Miguel Pastorino habló sobre la situación actual de la Central Hortícola del Norte, sus avances, las dificultades pendientes y la importancia de este proyecto para los productores y consumidores de la región. La Central Hortícola del Norte es uno de los proyectos más esperados por los productores del departamento de Salto y la región. Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Tras años de planificación, licitaciones y construcción, todavía quedan dudas sobre cómo y cuándo podrá empezar a funcionar.

En entrevista con nuestro medio, Miguel Pastorino, dirigente del Movimiento de Participación Popular (MPP) y del Frente Amplio, y delegado designado por el Gobierno Nacional para este tema, explicó en qué etapa se encuentra la iniciativa y cuáles son los principales retos que enfrenta.

Un proyecto con historia

Pastorino destacó que la Central no comienza de cero, sino que tiene un largo proceso de construcción con aciertos y errores. Con el cambio de gobierno nacional y departamental, se retomó el diálogo con la Intendencia de Salto y con los actores involucrados. “Lo tomamos como una nueva etapa. Hay muchos años de trabajo detrás y no se puede desconocer eso”, señaló el delegado.

Tres grupos de interés

Según Pastorino, el plan de trabajo se organizó en torno a tres sectores principales: Los interesados en los puestos, que participaron en licitaciones anteriores y esperan definiciones. Las gremiales hortícolas, que nuclean a productores y podrían sumarse al proyecto. Los actuales operadores del Mercado Regional del Norte, 19 en total, que hoy son los principales responsables de la comercialización de frutas y verduras en la zona. La intención es lograr un acuerdo que permita integrar a todos, sin dejar actores afuera.

La gran dificultad: el edificio

Uno de los temas más complejos es la construcción ya realizada. Se invirtieron cerca de seis millones de dólares entre el Ministerio de Ganadería y la Intendencia, pero el resultado no convence. “El edificio no es funcional para una central hortícola. Requiere rediseño y más inversión, y hoy es difícil saber de dónde saldrán esos fondos”, reconoció Pastorino.

Flexibilidad en los costos

Pese a las dificultades, hay avances. La Intendencia mostró disposición a que los costos de los puestos en la Central no superen lo que hoy pagan los operadores del mercado actual. También se llegó a un acuerdo con grandes empresas distribuidoras para que puedan integrarse sin perder la inversión realizada en sus instalaciones actuales.

¿Cuándo podría comenzar?

El objetivo tentativo es que la Central arranque en marzo o abril del próximo año. Sin embargo, Pastorino aclaró que no se busca imponer plazos a cualquier precio: “No podemos pretender arrancar sin condiciones mínimas, pero tampoco esperar eternamente. Hay que encontrar un punto intermedio”, dijo.

lo que piden los operadores

Lejos de grandes exigencias, los operadores actuales reclaman algo sencillo: un espacio digno para trabajar, con protección del sol, la lluvia y el viento, además de contar con cámaras de frío para conservar la mercadería. “Lo que plantean no es descabellado, es lo mínimo que cualquiera pediría”, señaló Pastorino.

Entre el fracaso y la oportunidad

La Central Hortícola enfrenta una decisión clave: adaptar lo ya construido y ponerla en marcha, o aceptar que el proyecto fracasó y destinar el edificio a otro uso. “Si arranca y fracasa, también habrá que asumirlo. Lo importante es no engañarnos y ser realistas”, advirtió el delegado.

Mirada hacia el futuro

Para Pastorino, el verdadero desafío, una vez que la Central funcione, será ampliar su alcance. “No se trata solo de cubrir el mercado local de Salto. Habrá que atraer compradores de toda la región norte, desde Paysandú en adelante, y convertir la Central en un polo de distribución potente”, afirmó.

Una decisión impostergable

La Central Hortícola del Norte es hoy un proyecto en suspenso. Mientras productores y operadores esperan soluciones concretas, las autoridades buscan un equilibrio entre la inversión ya realizada y las condiciones mínimas necesarias para arrancar. El futuro está abierto: puede convertirse en un motor de desarrollo regional o en otro ejemplo de obra pública inconclusa. Todo dependerá de los acuerdos y de la voluntad política y financiera de darle vida.

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