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En la plazoleta Roosevelt al final de la calle Uruguay, con vistas privilegiadas al puerto y al río Uruguay, se ha consolidado un espacio que cada mes reúne creatividad, esfuerzo y espíritu comunitario, la Feria de Emprendedores y Artesanos. Este encuentro, que nació en agosto de 2023 con el objetivo de ofrecer un lugar abierto a creadores locales y regionales, se ha transformado en un verdadero paseo para la familia salteña y visitantes de ambos lados del río.

Rosita Arduin, Cecilia Imer y Estela Salvatierra, integrantes del núcleo organizador, explican que el proyecto comenzó sin costo para los participantes, buscando dar oportunidades a quienes recién iniciaban su camino emprendedor. Hoy, a dos años de su creación, la feria no solo se mantiene, sino que crece y se reinventa en cada edición.

Un encuentro sin fronteras

Aunque la mayoría de los expositores provienen de Salto y sus alrededores, la feria ha sabido cruzar límites geográficos. Emprendedores de Paysandú, Santa Blanca e incluso de Concordia - Argentina, han participado activamente. De hecho, no son pocos los que definen a este espacio como una “feria binacional”.

A la diversidad de orígenes se suma la variedad de propuestas: artesanías, productos gastronómicos, joyería, cosmética natural, espectáculos en vivo y actividades para niños. No hay limitaciones de rubro, lo que garantiza que cada edición sea distinta y atractiva.

El corazón de la feria, comunidad y valores

Desde sus inicios, el proyecto se cimentó sobre cuatro pilares: esfuerzo, respeto, compromiso y compañerismo. Estos valores han guiado las decisiones y han permitido que el grupo se mantenga unido, incluso cuando fue necesario poner límites para garantizar el orden y el crecimiento.

Más allá de lo comercial, la feria ha servido para tejer redes de amistad y apoyo mutuo. Los expositores colaboran entre sí, ayudándose a montar stands, compartiendo insumos y trabajando juntos para resolver necesidades como el tendido eléctrico, que hoy cuenta con más de 200 metros de cableado gracias a rifas y aportes colectivos.

Historias de emprendimiento y vocación

Cada participante aporta no solo sus productos, sino también su historia personal. Rosita Arduin combina su experiencia de más de quince años en ventas con una línea de cosmética basada en agua termal y flora nativa, desarrollada por un matrimonio sanducero. Cecilia Imer ofrece joyería artesanal en piedras naturales, un oficio que descubrió tras cerrar su negocio durante la pandemia y que se transformó en su pasión. Estela Salvatierra, por su parte, llega desde Colonia Usimani con escabeches, mermeladas y conservas elaboradas con dedicación y “más amor que azúcar”. Estas trayectorias demuestran que la feria no solo es un lugar para vender, sino también un escenario donde nacen y se consolidan vocaciones.

Un paseo pensado para todos

El espíritu familiar es una de las señas de identidad del evento. Las actividades y espectáculos se diseñan para ser disfrutados por todas las edades. Músicos, escuelas de danza, circos y coros han participado de forma honoraria, sumando color y alegría a cada jornada. El calendario habitual es de una edición mensual, los domingos, pero en fechas especiales como el Día del Niño, la Noche de la Nostalgia o la Navidad, se organizan ferias adicionales. El horario se adapta a la estación, en invierno, de 14:00 a 19:00, y en verano, a partir de la tarde para aprovechar el clima.

Accesibilidad y apertura

A diferencia de otros eventos, la feria no impone requisitos estrictos como el uso de gazebos de un solo color. Esto permite que incluso quienes comienzan desde cero puedan participar sin grandes inversiones iniciales. Tampoco se limita la cantidad de expositores por rubro, lo que fomenta la variedad y la competencia sana.

En jornadas de buen clima, se han contabilizado hasta 45 stands, y nunca menos de 30, un número que habla de la convocatoria y el compromiso de sus integrantes.

Juventud emprendedora

Uno de los aspectos que más enorgullecen a la organización es la participación de jóvenes. Rosita recuerda el caso de una adolescente que, con el apoyo de su madre, decidió vender en la feria para ahorrar y financiar sus estudios en Montevideo. “Es un ejemplo que desmiente el prejuicio de que los jóvenes no tienen iniciativa”, destaca.

Este impulso emprendedor juvenil no solo enriquece la feria, sino que refuerza su rol como espacio de formación y motivación para las nuevas generaciones.

Edición especial: nostalgia y niñez

La próxima edición, que se realizará en el marco del mes de la Noche de la Nostalgia y del Día del Niño, promete una ambientación especial. Según las organizadoras, será una jornada “de nostalgia de ser niño”, con propuestas para todas las edades y actividades pensadas para compartir en familia.

Los expositores ya preparan productos y sorpresas que combinarán la temática nostálgica con el espíritu lúdico infantil. El objetivo es que cada visitante, grande o chico, encuentre algo que le haga sonreír y recordar.

Una invitación abierta

La invitación está hecha, quienes aún no conocen la Feria de Emprendedores y Artesanos tienen la oportunidad de descubrir un espacio que combina creatividad, esfuerzo colectivo y entretenimiento. “Quien vaya no se va a arrepentir”, asegura Rosita, “porque encontrará de todo y vivirá una tarde agradable en un lugar único”.

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