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Gonzalo Casaravilla asumió la presidencia de la Delegación Uruguaya en CTM con un plan firme para recuperar la confianza pública y encarar la renovación histórica de la represa binacional.

En una ceremonia cargada de simbolismo y sentido de responsabilidad institucional, el ingeniero Gonzalo Casaravilla asumió la presidencia de la Delegación Uruguaya ante la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande. Acompañado por autoridades nacionales y representantes argentinos, el nuevo presidente delineó su hoja de ruta basada en la ética, la eficiencia y la reparación del prestigio de la organización.

“Esto no es una empresa, es un organismo binacional”, remarcó Casaravilla en su discurso, en el que repasó los desafíos técnicos, humanos y políticos que enfrenta CTM, con una visión clara de futuro.

Una represa clave para el país y la región

Con más de 45 años de funcionamiento, la represa de Salto Grande representa una pieza fundamental del sistema energético uruguayo. “Una tercera parte de la energía eléctrica de Uruguay proviene de Salto Grande”, destacó, subrayando que, aunque la represa es binacional, la operación y gestión requieren una coordinación constante entre Uruguay y Argentina. Esa sinergia es también uno de los grandes logros históricos del proyecto. “Una empresa con dos presidentes, dos gerentes generales, dos responsables jurídicos… y donde todo debe decidirse por unanimidad. Es como un matrimonio institucional”.

Renovar para seguir funcionando

Uno de los grandes retos técnicos en el horizonte es la renovación completa de las turbinas de la represa, una tarea que, según Casaravilla, llevará más de una década. Aunque desafiante, se mostró confiado: “No me asusta. Tenemos profesionales de primer nivel en Salto Grande. Ya lo hicimos hace 45 años. Lo vamos a volver a hacer”. La renovación no solo es necesaria por cuestiones de mantenimiento, sino que representa una oportunidad para modernizar una infraestructura crítica y asegurar su sostenibilidad para las próximas generaciones.

Una imagen que necesita reparación

Quizá el desafío más sensible que enfrenta el nuevo liderazgo es la imagen pública deteriorada de la CTM. “La percepción de la gente está dañada”; quien reconoció que llegó al cargo luego de una crisis sin precedentes que derivó en la renuncia del anterior presidente uruguayo de la CTM en 2023. En un gesto notable, Casaravilla mencionó que usó una inteligencia artificial para analizar las 25 noticias más recientes sobre CTM y el resultado fue lapidario: clientelismo, designaciones arbitrarias, falta de transparencia, acoso laboral. “Eso es lo que opina la gente. Y eso hay que cambiarlo”, enfatizó.

Un decálogo de lo que no se va a hacer

Frente a esa situación, el nuevo presidente propuso comenzar por lo que no se va a hacer: No usar el cargo como trampolín político, No realizar falsa responsabilidad social (limitada a entregar remeras o kits). No practicar clientelismo político. No hacer ingresos ni ascensos sin procesos competitivos y transparentes. No dilapidar recursos públicos. “Cada decisión que tomamos impacta en el dinero de los uruguayos y los argentinos. Hay que gestionarlo con eficiencia y responsabilidad”, remarcó.

El cambio cultural que impulsa la ciudadanía

Casaravilla hizo referencia a un cambio cultural que se está gestando en Uruguay. Mencionó como ejemplo la reciente aprobación parlamentaria de nuevas condiciones de ingreso a las intendencias, una señal clara de que “la gente quiere que hagamos las cosas bien”. “La política es la mejor herramienta que tenemos para gestionar la cosa pública. Y debemos cuidarla”, afirmó. Según Casaravilla, esa exigencia ciudadana es un llamado a elevar los estándares de gestión y ética.

Un equipo alineado y comprometido

El nuevo presidente destacó la sintonía inmediata alcanzada con sus compañeros de delegación, Elbio Machado y Nicolás Urrutia. “En menos de una hora ya estábamos alineados sobre los temas más importantes. Eso no es habitual”. También se anunció la designación de Angelina Bazzano como secretaria de la Delegación Uruguaya, una figura clave para coordinar la gestión y el vínculo territorial. La elección se basó en su trayectoria dentro de la Fundación Salto Grande y su profundo conocimiento del territorio.

Fundación y financiamiento: vuelta a los orígenes

Otro aspecto mencionado fue la necesidad de reconducir el funcionamiento de la Fundación Salto Grande, que históricamente se financiaba con parte de los salarios de los delegados. “Hoy se financia mayoritariamente con fondos operativos de Salto Grande. Eso hay que revisarlo. Tenemos que volver a la génesis”, señaló Casaravilla. Se comprometió a garantizar transparencia en la asignación de recursos y en la ejecución de proyectos de desarrollo local.

Una mirada a largo plazo

En su cierre, Casaravilla expresó que si al final de su mandato se ha avanzado en la renovación de la represa, se ha evitado figurar negativamente en la prensa y se ha restituido la imagen pública de CTM, se considerará satisfecho. “Sabremos cumplir”, concluyó, emocionado.

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