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La insuficiencia crónica de formación que se detecta en  el ámbito universitario en  estudiantes provenientes de Secundaria, es la consecuencia y prueba concreta  de una decadencia persistente y acentuada en el nivel de escolaridad que se genera ya desde Primaria y se acentúa en la educación media.

Todo ello, se ve agravado por la deserción, la desmotivación y la frustración, porque además el perfil abstracto de nuestra enseñanza tampoco prepara para el trabajo y los desafíos de la vida cotidiana actual. Ello, conjugado con la degradación de valores, es un flagelo que afecta a nuestros jóvenes y nos condiciona como país, y es un pasaje seguro a seguir decayendo y a profundizar en la mediocridad. Algo muy lejos de aquella frase tan buena, pero nada ejecutada de Mujica de “Educación, educación y educación”.

Es que en medio de tantas cortinas de humo, para tapar o sacar de la consideración ciudadana los problemas graves y sin resolución que tiene el país, la problemática de la educación ha quedado en un lamentable segundo plano.

Y toda esta frustración, este desencanto, se agrava si se toma en cuenta los estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde se informa que los mejores resultados en el conocimiento de los estudiantes se da en países con pocos recursos naturales, o que si los tienen, en lugar de vivir directamente de ellos los ahorran. En esos países ha calado la idea de que hay que vivir del conocimiento y que ello depende de los resultados educativos que se obtengan. Países como Finlandia, Corea del Sur, Singapur o Israel, cuyos alumnos en las pruebas PISA (prueba internacional para establecer el nivel educativo de los alumnos en los respectivos países) obtienen resultados muy superiores a los de otros vecinos ricos en petróleo. A la vez hay algunas aparentes excepciones como Canadá, Australia o Noruega, que disponen de recursos fósiles importantes y al mismo tiempo ocupan posiciones elevadas en el informe PISA, explicándose esta aparente distorsión en el hecho de que se trata de países que no viven de las rentas del subsuelo, sino que han puesto en marcha políticas deliberadas para ahorrar ese dinero y no consumirlo inmediatamente. En el lugar opuesto figuran naciones como Azerbaijan, Trinidad y Tobago, Kazajistán o Quatar, cuyo Producto Bruto Interno (PBI) depende en más de un 25 por ciento de sus recursos naturales, pero con notas en las pruebas PISA muy inferiores a la media.

La OCDE en este informe destaca la importancia de que los líderes políticos expliquen la conveniencia de apostar a la educación y el conocimiento como base del sustento económico, lo cual naturalmente requiere acciones sistemáticas en base a diagnóstico y esquemas educativos propios de cada país, de acuerdo a sus características y perfil.

Este informe, si bien no menciona específicamente a Uruguay, conlleva un mensaje directo respecto al escenario que presenta nuestro país en lo atinente a la educación, desde que como es notorio Uruguay ha ido en los últimos años sistemáticamente en descenso en su categorización en el informe PISA, y ha caído a su nivel más bajo en la última evaluación.

Como bien señala la OCDE, tal ubicación debería llamarnos a reflexión para promover respuestas que apuesten a la educación y el conocimiento, sobre todo si tenemos en cuenta que no contamos con grandes riquezas naturales, y solo dependemos en gran medida de los commodities provenientes del agro y de servicios como el turismo para levantar nuestro Producto Bruto Interno.

Por lo tanto, en teoría, deberíamos estar ubicados entre los mejor calificados en las PISA, para compensar el déficit de recursos fósiles, pero evidentemente estamos muy lejos de responder a este patrón.

Esta situación debería sacudir las fibras de los organismos rectores de la enseñanza y del propio gobierno, para actuar con decisión en la evaluación y corrección de los factores que llevan a este déficit, pero lejos de ello, y apostando a la mediocridad y la comodidad, algunas autoridades han sostenido muy sueltas de cuerpo que deberíamos dejar de participar en esa PISA internacional y crear nuestro propio ranking regional, para así salir mejor ubicados.

La degradación de la calidad de nuestra enseñanza quedó crudamente expuesta en los datos aportados  por la Facultad de Ingeniería, ante la prueba de ingreso de los estudiantes de esta facultad. Allí, se comprobó que solo once (11) de  mil treinta y dos ( 1.032) superaron la prueba. Si a ello, le  sumamos la degradación de valores que vivimos, todo suma para que nos proyectemos  como un país decadente y mediocre.  Y asi,  en vez de promover soluciones y acciones, se nos habla de legalizar o no la marihuana, y de otras pavadas que  solo son cortinas de humo para que la gente no tenga en cuenta problemas que afectaran e hipotecaran nuestro futuro…

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