Editorial /
La inseguridad reclama respuestas y eficiencia policial
Durante décadas los salteños disfrutamos de una elevada seguridad. Las rejas en los frentes y ventanas de las casas familiares eran inexistentes y en las que existían, muchas veces respondían a un capricho o una propuesta implementada por el diseño del arquitecto. Es más, las familias durante el día y hasta cierta hora de la noche, dejaban sin llave zaguanes y puertas de calle. Los chiquilines de esas hermosas épocas íbamos y veníamos, sin riesgo ni problema alguno.
Las bicicletas y las escasas motos, nadie las tocaba y salvo algún caso aislado, eran blancos de robos pero siempre se recuperaban. Los autos, que en su mayoría “dormían” en la calle. Muchas veces sin seguridad, nadie tocaba.
Las rapiñas y asaltos a mano armada, no existían y las noticias policiales apuntaban a robos de gallinas, naranjas, y poco más. De vez en cuando había un duelo criollo o un homicidio que casi siempre terminaba siendo aclarado. La Policía de aquellos hermosos y aldeanos tiempos, lucían correajes, donde lo que faltaba muchas veces era el arma de fuego.
Lejísimos estábamos de imaginarnos, que 50 o 60 años después, Salto tendría la inseguridad que hoy lamentablemente sufrimos a diario. Los robos a casas de familia, los arrebatos a desprevenidos peatones, ya adolescentes o femeninas adultas mayores, son cosa de todos los días. Lamentablemente como todo lo que abunda, lo que antes alarmaba, ya no conmueve a nadie. Pero a la noche, muchas veces en ciertas zonas, incluso en el mismo centro, se siente miedo.
Llegó la droga y se expandió como peste. Además de ladrones de ocasión, generó una nueva casta: la de los que andan todo el día, “pechando”, mendigando, monedas. Ya tan enviciados por la pasta base y lo que sea, que muchos muestran un deterioro físico alarmante. Dan pena pero nadie se ocupa de ellos.
A esta altura de los acontecimientos, creemos que no hay salteño que no haya sido víctima de algún robo. El Estado, que nos debería proporcionar seguridad está totalmente ausente. La ineficiencia es ya indisimulable. De vez en cuando cae algún ladrón o responsable de algún hecho delictivo grave. Pero en general, reina la máxima impunidad. De cada 10 robos, dudamos que se aclaren y recuperen efectos de tan solo uno. Hay gente que ha sido robada dos o tres veces y ya ni siquiera denuncia. Porque pierde el tiempo, tendrá que dar mil vueltas y si llega a caer algún sospechoso andará por Fiscalía o Juzgado, y en alguna sala, quedará cara a cara con el ladrón. Muchos temen represalias, que en algunos casos, ya se han dado. La delincuencia de esa forma, impuso el miedo.
Sobre esta situación, el propio Intendente Andrés Lima reclamó concretamente más presencia y eficiencia policial. Emplazó al Jefe de Policía a que dé la cara y se haga responsable de esta situación, imprimiendo eficiencia a la actuación policial. No lo dijo directamente, pero insinuó que si no puede que se vaya. Y está en lo cierto. Tenemos más policías, patrulleros, motos y hasta unos ochentas guardias de la Republicana, que cuenta con sus móviles propios y hasta un helicóptero que no tenemos en claro si sigue en Salto o se lo llevó el Ministerio del Interior. Pero en la calle la delincuencia, está mandando notoriamente.
Se están cebando por la impunidad que disfrutan, por lo que cada día están más audaces y violentos. A diarios se dan episodios donde estos sujetos utilizan armas de fuego. Esperemos que dentro de poco, no se decidan a utilizarlas. No podemos dejar de señalar que ya en algunos de los últimos episodios, “pincharon” a víctimas con armas blancas y a un dueño de casa que osó enfrentarlos, lo agredieron de tal forma que terminó hospitalizado. Lo último fue el asalto a cervecería, donde repartieron golpes y amenazas con sus armas. Es hora de entender que a esto se le pone freno ya o cada día estaremos peor.
Que un millón cien mil ciudadanos hayan votado a favor de medidas duras, es un llamado de atención que ningún gobierno y su cartera de Interior, pueden desoír.
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"1964"

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